NANA (Daniel Falconi)

NANA (Daniel Falconi)

NANA (Daniel Falconi)

Una carta para las nanas

Por Daniel Falconi

En muchos sitios se usa la palabra nana para referirse a las abuelas. Nana, puesta en escena de La gorgona Teatro, lleva ese nombre y cuenta la historia de Mai, una niña que observa cómo su abuela comienza a tener actitudes extrañas, desde hablar sola, no reconocerla e incluso no identificar su propio rostro. Este deterioro lo va percibiendo al ver a su nana a través de un agujero en el ropero. La preocupación de la niña crece cuando su madre regresa con su abuela del médico invadida de una evidente tristeza. La abuela le asegura con seriedad  que quiere ir a Nínive, un lugar mágico en medio del mar y rodeado de sirenas.

Doña Toña, una señora que le provoca miedo, pero al parecer la única que puede ayudarle, comenta a Mai que su abuela es víctima del ladrón de los recuerdos, solo que no le dice quién es ese ladrón, ni cómo ayudarla. 

En el papel de Mai, Daniela López, desarrolla un trabajo en el que también interpreta a su madre, doña Toña y su abuela. En cada encarnación por breve que sea, presenta características distintivas. Al interpretar a Mai nos ofrece una voz jovial con diferentes matices, que evoluciona entre la preocupación, la curiosidad y el descubrimiento. Hay mucha actividad corporal en el desempeño de la actriz, sin llegar al exceso. Para la madre se trabajó una voz madura, seria, pero apacible. Cuando nos presenta a la abuela adopta una voz un tanto impostada y lugar común, sin caer en la parodia. Contrasta la agilidad que imprime a la niña con los movimientos más suaves y lentos ejecutados en el papel de la anciana. El único momento confuso fue cuando aparece otra niña, porque la voz utilizada no se diferencia lo suficiente de la protagonista. 

Gracias a la forma de describir y narrar lo que ve y sucede a Mai, viajamos con ella al mercado, el parque, una funeraria y hasta a Nínive, todo esto sin salir de una habitación donde solo hay una cama y no se presentan cambios. El diseño ofrece tres paredes, dos largas a los lados y una angosta al fondo, detrás de la cama, tapizadas con formas de flores y hojas en tonos ocre que me recordaron el cuarto de mi abuela. No se trata de una representación realista, puesto que no hay más muebles y las lámparas utilizadas no son parecidas a las que comúnmente vemos en casas. Sin embargo el conjunto genera una atmósfera de dorada nostalgia. 

La iluminación es otro elemento que nos transporta a diferentes lugares, es un entramado constituido por varias series de luces amarillas que conforman una sola constelación, la que arma diversos juegos que,me recordaron a las luces navideñas. Las variaciones en la intensidad de la iluminación logran momentos de alta carga emocional. El vestuario, en colores amarillo oscuro y dorado, hace juego con la escenografía y crea una armonía visual. En una combinación ambigua, algunas prendas pueden ser la ropa de Mai y otras las de su abuela.

En la función zoom de Nana asistimos a una puesta en pantalla planteada desde la dirección de escena, donde los cambios de cámara nos permiten ver a la actriz moviéndose a lo lejos o en close up, lo que deja ver las emociones de cerca en el rostro de Daniela. Una de las perspectivas logradas por la dirección de cámaras es provocar la ilusión de que somos pequeños, es decir nos coloca desde una mirada similar a la de Mai. 

A pesar de no ser una obra pensada ni promocionada para niñas y niños, resulta una forma apta, llena de ternura y suavidad, para acercar a los infantes a ciertos temas, como la pérdida, tanto de la memoria como la de una persona amada.

La historia de Mai y su nana, es un recorrido íntimo por los recuerdos de la niñez, a través de una poética del olvido y el recuerdo, el miedo a desaparecer de la memoria de los demás. La dramaturgia y dirección de José Uriel García hacen de Nana, una carta de amor a todas las nanas y un abrazo a los que hemos perdido a nuestras abuelas, ya sea por la demencia o por la muerte.

Agradecí escuchar a Mai asegurar que volveremos a ver a nuestras abuelas, ya sea en Nínive o en algún espejo.