Fuimos Ein-Stein

Fuimos Ein-Stein

Fuimos Ein-Stein

Crítica de Jaime Rosales

Si algo pone en la mira la obra Fuimos Ein-Stein es la participación de Mileva Maric, la primera esposa de Albert Einstein, en la teoría de la relatividad especial que catapultó a la inmortalidad al físico alemán. El texto y la puesta en escena del Colectivo Eutheria Teatro permiten asomarse a lo importante que fue Mileva, una notable matemática serbia, en aquella famosa formulación.

La propia correspondencia entre ambos personajes, publicada entre 1897 y 1905,  en que está basada la obra, proporciona indicios de la participación de Maric en formular la teoría de la relatividad especial y en la redacción del artículo correspondiente. Los biógrafos Radmila Milentijevic y Dord Krstic han conjeturado que la decisión de que solo Albert firmara esos trabajos podría deberse a que ella quería ayudar a su esposo a ganarse un nombre para encontrar un empleo y casarse con ella; o bien que debido a los prejuicios de la época contra las mujeres, una publicación en conjunto con una de ellas podría tener menor peso y receptividad entre la comunidad científica.

Un testimonio de la biógrafa Desanka Trbuhovic-Gjurie indica que Mileva se negó a incluir su nombre junto con el de Albert y el de Conrad Habicht en el registro de la patente por un voltímetro ultrasensible que construyeron. Cuando Habicht le preguntó por qué, ella habría respondido: ¿Warum? Wir beide sind nur ein stein (“¿Por qué? Los dos somos una piedra”). Con ello parecía indicar que, al menos para ella, ambos eran uno solo.

De este juego de palabras toma la obra su título: Fuimos Ein-Stein (Fuimos una piedra). Y lo fueron hasta cierto punto, pues Albert en varias cartas siempre se refirió a “nuestro trabajo”, algo que, sin embargo, nunca admitió en público. Lo de una piedra también podría leerse como alusión a la dureza e insensibilidad que mostró Einstein ante el amor y las necesidades afectivas de su familia.

La puesta en pantalla de Eutheria Teatro tiene una estructura circular que empieza con un diálogo entre los personajes cuando ya estaban divorciados, muchos años después de los episodios que se representan. En un vuelco al pasado nos muestran escenas de su historia personal y la relación científica que los unía, sus discusiones sobre el problema de la velocidad de la luz, cuya respuesta condujo a la teoría de la relatividad, para concluir discurriendo acerca de su responsabilidad en su relación y con sus hijos.

La obra indaga en el perfil de los personajes quienes sin importar lo inteligentes que fueran, terminan por entregarse a las concepciones, usos y costumbres de una época patriarcal y machista. Y quizá ahí se encuentre la respuesta tentativa a preguntas recurrentes: ¿Qué pasa en el orden de lo humano con personajes reputados como genios, o por qué la grandeza con que se cultiva una disciplina no coincide con la grandeza personal?

La continuidad forzada de la vida es notoria en la dramaturgia que si bien tiene una factura poética, cuando se traslada a la puesta en escena se percibe por momentos monótona, lo que podría deberse a una falta de complejidad en la construcción de los personajes.

Albert, por ejemplo, es dibujado como un insolente inclinado a menospreciar a los demás y por ello no consigue trabajo como docente. Esa problemática incluso motiva que Mileva le sugiera irse a Bosnia donde nadie sabe de sus desplantes. Pero este rasgo de carácter no aparece en una interpretación siempre suave y de medio tono a cargo de Héctor Sandoval. Mileva, interpretada por Carolina Berrocal, es una mujer brillante, pero que en la obra aparece lejos de tener control de su vida, convertida en víctima del marido del que hace depender su titulación (“Sin ti no va a ser fácil estudiar”) y hasta la resolución rutinaria de una integral, cuando se supone que ella desarrolló la parte matemática de la Teoría de la Relatividad.

Estos detalles no hacen justicia a una intención reivindicadora de Milena Maric, menos cuando se la pinta como una mujer dispuesta a renunciar a sí misma para dedicarse a un hombre más interesado en su trabajo que en ella. Desde ese punto de vista, el cuento no se cuenta porque para una imagen más cabal de Milena hay que ir a investigar sobre el asunto una vez terminada la función. En todo caso, proponerse mostrar que los genios no están por encima de los problemas que podemos enfrentar todos los seres humanos, es plantearse una cuestión muy explorada, pero sin mostrarnos una verdad sobre el mundo y la condición humana que no hayamos visto.

Las funciones se presentaron vía streaming. Como al principio de estos ejercicios, ambos actores ejecutaron desde distinto lugar, aunque la idea era construir la convención de que compartían el mismo espacio. El manejo de la cámara, limitado a tomas de plano medio (cintura hacia arriba), primer plano (del pecho a la cabeza) y Close up, si bien la utilización de estos últimos no siempre añade fuerza dramática a las escenas y por momentos resultan invasivos para el espectador, sobre todo cuando no añaden intensidad y parecen utilizados como una forma de dar variedad a las tomas.

La actuación de Sandoval y Berrocal se enfrentó al reto de resolver un texto construido casi totalmente a partir de las cartas entre Albert y Mileva. Y sin embargo no recurrieron al expediente de la narración, sino que decidieron construir parlamentos. La dificultad de poner en acto textos epistolares que carecen de acción física es que para teatralizarlos requieren mucho de voz, gesto y la transmisión de estados de ánimo, y en esto la puesta en escena se siente débil: la explicación de la teoría de la relatividad se resuelve creativamente con fotogramas que ilustran con eficacia fenómenos cotidianos relativos a la velocidad de la luz, pero la relación entre ambos personajes requiere más trabajo de creación de imágenes y visualización para mostrar con  mayor intención el flujo de su pensamiento, considerando que aquí la acción principal es interior; más emotiva e intelectual que física.

La dramaturgia y la actuación son de Carolina Berrocal y Héctor Sandoval; la dirección es de Carolina Berrocal, Nareni Gamboa y Héctor Sandoval; la dramaturgista es Gabriela Aparicio; el diseño de vestuario de Vianey Martínez. En la información no se consigna al autor del recurso de los fotogramas que utilizan para ilustrar creativamente las reflexiones de Einstein sobre el problema de la velocidad de la luz y el principio de la relatividad especial.

La obra cumplió una temporada durante abril en la cartelera virtual del Teatro La Capilla.

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